domingo, 7 de junio de 2015

La muerte sin nombre

Fotografía de J L. Romero.
La muerte sin nombre
no duele,
no sangra.
Pero ¿y si su nombre es Eugenio…?


La muerte sin nombre
no es nada,
no asusta,
no impresiona.


es como cualquier otro tema de conversación.
Pero ¿si se llamara Justino…?

La muerte sin nombre
suena a obligación,
a necesidad,
a trámite.
Pero ¿llamarla Chema…?

La muerte sin nombre
es algo hueco,
como hablar del tiempo,
de fútbol,
de algo.
Pero ¿y si la llamáramos Tomás…?

La muerte sin nombre
no es nada.
Me descojono yo
de la muerte sin nombre,
¡eh! ¿dónde estás muerte sin nombre?,
Otra cosa es que se llamase Paco.

Es un tema de conversación,
de tertulia,
incluso de chistes.
Porque puede dar risa
la muerte sin nombre.
Puede levantar un ambiente
la muerte sin nombre.
Pero también puede llamarse Juan, o Julio, o Jose Antonio....

Hoy ya no nos queda
muerte sin nombre,
hoy se llama Tanis.
La muerte tiene nombre,
Una vez más.

La podemos llamar. ¿Dónde estas
Muerte sin nombre?
Llámala tú si quieres.
pero cuidado,
si le pones un nombre que te duela
se te hiela la sangre,
se te encojen las tripas,
marcas, callado,
la distancia ridícula que hay hasta el suelo,
y dices en un susurro
que sólo ellos pueden oír:
                                         ¡Vale!


Ricardo Garanda R.                          

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